“Cartas que llegan aunque nadie las envíe.”
No todo lo que recibimos tiene remitente.
Hay mensajes que nos rozan como el viento, pero nos empujan como una decisión.
Algunos llegan en forma de frase escuchada al pasar.
Otros se camuflan en un cartel oxidado, un número que se repite, una canción que suena justo cuando la duda duele más.
No importa si uno cree o no.
El mensaje llega igual.
Mensaje 1
Una hoja escrita a mano, abandonada en un banco de plaza.
No decía mucho. Solo:
“Lo intentaste. Y eso ya es un tipo de victoria.”
La guardé sin saber por qué. A veces la releo cuando siento que todo va en pausa.
Mensaje 2
Un sueño que se repite cada tanto:
Estoy en una estación sin trenes.
Alguien me da una carta.
No tiene palabras. Solo un mapa.
Pero el mapa soy yo.
Mensaje 3
Un desconocido, en una sala de espera, me mira y me dice:
“Hay dolores que se disuelven cuando uno los comparte en voz baja.”
No me habló a mí, pero igual me lo llevé puesto.
Estos mensajes no buscan ser entendidos.
Se parecen más a una música lejana que a una explicación.
Y a veces, solo a veces, logran hacer lo imposible:
que alguien se sienta menos solo sin saber por qué.
Siguiente Correo de Luz

4. MI TESTIMONIO DE LUZ
Un yo narrador frente al misterio.
No se trata de convencer, sino de compartir.
Texto generado por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
https://openai.com/chatgpt